Este año se conmemora el 50
aniversario de la campaña en la que por primera vez científicas argentinas
realizaron trabajo de campo en la Antártida. Por tal motivo la Cancillería anuncia que, a
instancias del Instituto Antártico Argentino y la Dirección Nacional del
Antártico, el Servicio de Hidrografía Naval ha aprobado cuatro nuevos topónimos
antárticos que serán próximamente presentados al Consejo de Investigaciones
Científicas Antárticas (SCAR), y son: Ensenada
Pujals, Cabo Caría, Cabo Fontes y Ensenada Bernasconi.
Así, en el Día Internacional
de la Mujer, la Dirección Nacional del Antártico / Instituto Antártico
Argentino y el Servicio de Hidrografía Naval les rinden tributo incorporando
sus nombres a la cartografía antártica argentina, y lo hace extensivo a todas
quienes, en las distintas áreas de la actividad antártica, siguen rompiendo
barreras. Cabe destacar que la ciencia es una de las áreas en las que la
igualdad de género avanza más decididamente.
Los cuatro topónimos se
encuentran en el extremo Sureste de la Península Jasón, que nace de la
Península Antártica en el Mar de Weddell. En la Ensenada Pujals, el Instituto
Antártico Argentino, a través del trabajo de la bióloga Marcela Libertelli,
lleva a cabo estudios sobre la colonia de Pingüino Emperador.
Hoy, “las cuatro de Melchior” (base temporaria argentina) siguen siendo
reconocidas por las científicas del Instituto Antártico Argentino y también por
las mujeres que se dedican a aspectos técnicos, logísticos y de apoyo en la
Dirección Nacional del Antártico y en las Fuerzas Armadas. PIONERAS QUE HICIERON HISTORIA
El 7 de noviembre de 1968,
el ARA Bahía Aguirre zarpó de Buenos Aires rumbo a la Antártida. En esa campaña
el buque llevaba a cuatro mujeres cuatro pioneras que serían las primeras
científicas argentinas en realizar trabajo de campo en la Antártida. Aquellas
precursoras eran biólogas del Museo Argentino de Ciencias Naturales
"Bernardino Rivadavia" (MACN).
LAS
PIONERAS
El grupo de intrépidas
estaba compuesto por la profesora Irene Bernasconi, la más destacada
especialista del país en equinodermos (estrellas de mar), María Adela Caría,
bacterióloga, jefa de microbiología del MACN y miembro de carrera de
Investigador en el CONICET, Elena Martínez Fontes, jefa de la Sección
Invertebrados Marinos del MACN y la Licenciada Carmen Pujals, reconocida
ficóloga (especialista en algas marinas) de amplia trayectoria.
Luego de cruzar el Pasaje de
Drake en un buque carguero, llegaron a la Base Melchior, en la isla
Observatorio. La Base había estado cerrada por cinco años, por lo cual el
trabajo de la dotación de estas cuatro mujeres más doce hombres incluía también
la rehabilitación de la base, que presentaba partes cubiertas de hielo; pero el
peligro y las dificultades no eran algo nuevo para las científicas, que ya
habían enfrentado las adversidades de las costas patagónicas. Y conscientes de
las duras condiciones de trabajo en el terreno que les esperaban, aceptaron el
reto antártico.
“LO
HEMOS DESEADO TODA LA VIDA”
Antes de partir de Buenos
Aires, en medio de los preparativos, las habían entrevistado. Sobre su trabajo
en la Antártida declararon "Lo hemos deseado toda la vida".
Su pasión se plasmó en un
trabajo de magnitud: recorrieron en bote mil kilómetros de litoral, y lograron
numerosos desembarcos para toma de muestras realizadas por ellas mismas. Los
buzos que las acompañaban se sumergieron 47 veces realizando muestreos de hasta
73 metros de profundidad, ambas marcas record para aquel momento.
Durante dos meses y medio
las científicas trabajaron sin pausa para aprovechar aquella estadía al máximo,
instalando un gran número de espineles y redes en profundidades de hasta 180
metros. En aquellos días hicieron rastreos de fondo a 150 metros de profundidad
para recolectar organismos bentónicos, tomaron más de cien muestras de agua y
fango, así como especímenes de diversas especies de flora y fauna marinas, y
además realizaron recuentos de bacterias y sembrado de cultivos.
Entre las muestras obtenidas
se destacan los más de dos mil ejemplares de equinodermos, lo que permitió el
hallazgo de una familia no citada para esa región. Una importante novedad fue
la identificación del alga parda
Cystosphaera jacquinotii en su lugar de arraigo, que otros biólogos habían
intentado localizar infructuosamente durante años. La valiosa colección de
algas marinas antárticas producto de su trabajo forma parte, actualmente, del
Herbario del Museo en el que se desempeñaban y sirve a la formación de nuevos
científicos.
Pero aquella campaña
antártica no fue el final de sus desafíos, y las cuatro continuaron venciendo
las barreras de género: Pujals se convirtió, en 1971, en la primera científica
argentina en realizar trabajo de campo en las Islas Malvinas.
Fuente:
Cancillería Argentina