Durante
las últimas décadas el mundo educativo se plagó de especialistas y técnicos que
han intentado denodadamente torcer el rumbo de las prácticas docentes para
mejorar aspectos que tendieran, según el criterio predominante, a mejorar la
calidad de enseñanza- aprendizaje. Una de las novedosas estrategias que se han
llevado adelante con dispares resultados exitosos fue el de la autoevaluación.
Este
proceso consta básicamente en entregarle a un determinado alumno un texto que
haya sido escrito por él mismo para que realice su propia evaluación, un método
que persigue el objetivo de reforzar el valor de la honestidad, a la vez que
funciona como impulsor en la visibilización de carencias subsanables en el
corto o mediano plazo.
A
pesar de lo que la mayoría puede llegar a imaginar, se observa en dicho
desarrollo fructíferas conclusiones de niños y adolescentes que no ostentan
ningún inconveniente en admitir sus errores y falencias, y que incluso no
manifiestan prurito alguno en autocalificarse con una baja nota cuando lo
consideren conveniente.
Esta
frescura e hidalguía claramente se va diluyendo de la condición humana con el
paso de los años. A medida que se va adquiriendo “madurez”, el acervo cultural
preponderante estimula a actores con responsabilidad y poder a despegarse de
cualquier situación embarazosa que podría desprestigiar su imagen, recurriendo
a la más actual que nunca tendencia de echar culpas siempre en otros lados, y
donde casi siempre se elige como blanco preferido a los inmediatos antecesores.
Relacionado
con esto, y ante el requerimiento de un periodista con acceso a su persona, el
Presidente Macri calificó a su gestión gubernamental con un generoso 8. Tal
respuesta propició las esperables reacciones por parte de los diversos sectores
de la opinión pública.
No
fueron pocos quienes recogieron el guante y salieron al cruce de aquello que
entendieron la réplica como una provocación, mientras que sus adeptos en cambio
celebraron la afirmación persuadidos de que, lejos de cualquier sospecha de
autismo político, el primer mandatario está convencido de que el nuevo rumbo
experimentado es el más adecuado para el devenir de los argentinos.
Para
entender si un ciclo gubernamental es exitoso o no debemos tomar en cuenta si
se cumplieron gran parte de las expectativas respecto a afirmaciones y promesas
previas a su elección, no solo en épocas de campaña, sino también a lo largo de
la trayectoria mediática y política del protagonista.
Personalmente
considero que la respuesta implica que, a pesar de las conductas mayoritarias,
el Presidente no ha perdido ese maravilloso don juvenil mencionado con
anterioridad, y que su modestia lo lleva a puntuar por debajo de sus
consideraciones, otorgando lugar a la mejora constante y permanente.
Uno
de los principales caballitos de batalla de Cambiemos fue el de la apertura del
llamado cepo. La gestión del equipo económico tardó menos de una semana en
liberar el tipo de cambio, lo que provocó un alivio en los sectores
concentrados de la economía que veían dificultosa la compra de la divisa
norteamericana. Claro que esta decisión desencadenó en una devaluación original
del 40%, pero con la promesa de Prat Gay de que no iba a acarrear en aumento de
la inflación. Esta medida da mayor mérito a un Macri, que en sus tiempos
bigotudos, había expresado enérgicamente ante su amigo Longobardi que había que
bajar los costos, mencionando a los salarios como un costo más.
Otros
preceptos de campaña fueron el de la quita de las retenciones y la reactivación
de las economías regionales. Los propietarios de grandes parcelas de cultivos y
las empresas exportadoras se vieron beneficiadas con el cumplimiento del primero;
en cuanto al segundo, sus representantes deberán ejercitar un poco más la
paciencia, ya que la mejora será inminente cuando se produzca el esperado
derrame, un concepto económico que siempre fue exitoso en Argentina.
La
actual coalición gobernante aprovechó hábilmente para arribar al poder el encono
justificado de gran parte de la masa asalariada con la promesa de que los
trabajadores dejarían de pagar impuestos a las ganancias. En la actualidad abonan
este gravamen 800 mil proletarios más que en el pasado año, pero con la
satisfacción de que ahora el dinero va a un buen lugar, tal como lo expresó el
mismísimo Presidente ante su férreo grupo de seguidores.
Con
severas críticas a accionares anteriores se prometió afianzar una justicia
independiente y soberana. Tal fue la celeridad en el cumplimiento de la
propuesta que el 14 de diciembre (4 días después de su asunción) nombró por
decreto a dos jueces de la Corte Suprema, algo que no había hecho ningún
gobierno democrático durante los últimos 150 años. Además, su socio político en
Jujuy, Gerardo Morales, amplió por la misma vía la conformación de la Corte
Provincial, colocando en ese lugar a tradicionales referentes de su mismo
partido. Esto último constituyó un éxito ya que se logró la detención de
Milagro Sala, quien con sus rasgos aindiados y formas de expresarse da una mala
imagen a un país que necesita urgentemente la venida de inversores blancos y
perfumados.
Ante
una población harta y asqueada de hechos flagrantes de corrupción se elevó el
discurso de sanear al país de este flagelo. Esto constituye un nuevo éxito, ya
no están más los López ni los Boudou. En la actualidad están al frente de la
toma de decisiones patriotas como Quintana que ganaron plata con la maniobra
del dólar futuro, pero que la invirtieron en empresas propias que engrandecen
la nación y héroes civiles como Aranguren que compran a sus propias compañías
insumos energéticos con un sobreprecio del orden del 140%, pero que seguramente
conllevará en un beneficio para las próximas generaciones que enaltecerán su
imagen y le expresarán su beneplácito.
Para
diferenciarse de la dictadura populista se propuso respetar todas las voces y
fortalecer la libertad de expresión. La mejor prueba de que esto se consiguió
fue la vuelta a la televisión de Fernando Niembro luego de su injustificado exilio
de los medios, el cual se produjo por culpa de maliciosos comentarios que
condenaron su gran éxito empresarial.
Queda
para otro análisis el cumplido compromiso de que las tarifas iban a aumentar
solo el monto equivalente a dos pizzas, la construcción de 2 millones de
viviendas que seguramente ya se iniciarán, el Plan Belgrano que está inundando
nuestra región de obras públicas de calidad y trabajos de mejoras y la
consabida pobreza cero, cuyo recorrido está encausado por el camino de la
erradicación tangible de los pobres.
Todo
depende del reflejo que cada uno quiere ver, en base a ello la cantidad de
conclusiones pueden ser infinitas y variadas, y las varas de medición ligadas
siempre con las afinidades personales y las posturas ideológicas que cada ciudadano
vaya formando con el transcurso del tiempo. Ante las mismas acciones y
coyunturas cada cual puede elegir para observar el espejo que más cómodo y
agradable le resulte.
RICARDO
BORTOLOZZI