Según datos recientes del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), más de un millón de personas viven en condiciones de hacinamiento crítico en Argentina . Un análisis del primer semestre del año basado en la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) reveló que el 2% de los hogares argentinos, es decir, unas 1.105.000 personas distribuidas en 201.000 hogares, se encuentran en esta situación. Esta problemática afecta al 3,7 % de la población.
El hacinamiento crítico se define como aquellos hogares en los que residen más de tres personas por habitación. Esta realidad se presenta mayoritariamente en zonas de alta vulnerabilidad, donde abundan los asentamientos informales. En estas áreas, las condiciones de vida suelen ser particularmente difíciles, con un acceso limitado a servicios básicos y espacios reducidos para las familias.
El estudio revela que, aunque el 2% de los hogares presenta hacinamiento crítico, la mayoría de las familias vive en mejores condiciones en cuanto al uso del espacio en sus viviendas. En el 85,7 % de los hogares habitan menos de dos personas por cuarto, lo cual indica una distribución de espacio más adecuada. En otro 12,3 % de los hogares, la densidad es algo mayor, con entre dos y tres personas por cuarto.
Además del hacinamiento, el informe del Indec expone las carencias en infraestructura sanitaria de los hogares. Alrededor del 15% de la población, lo que equivale a unas 4.441.000 personas, vive en hogares con saneamiento inadecuado. Esta situación implica que muchas personas no cuentan con baño propio, tienen baños fuera de sus terrenos o comparten baño con otros hogares.
El saneamiento inadecuado se agrava por problemas en el sistema de desagües. En muchos de estos hogares, los baños no están conectados a la red de cloacas ni a una cámara séptica, o no cuentan con descargas de agua, lo que expone a sus habitantes a mayores riesgos para la salud y condiciones de vida desfavorables.
Otro aspecto relevante en la calidad de las viviendas es el estado de sus materiales. Según el Indec, aproximadamente un cuarto de la población vive en viviendas construidas con materiales de calidad insuficiente o parcialmente insuficiente , tanto en pisos como en techos. Esto pone en evidencia la precariedad de muchas viviendas en el país, especialmente en áreas más desprotegidas.
Las cifras también reflejan que más del 50% de la población carece de acceso a al menos uno de los tres servicios esenciales: agua corriente, gas de red y desagües cloacales . Esta falta de servicios básicos es un indicador alarmante del déficit habitacional que afecta a millones de personas en Argentina.
Las deficiencias en infraestructura y servicios afectan de manera más intensa a las comunidades de bajos recursos, que suelen enfrentar mayores barreras para acceder a condiciones de vivienda digna. La falta de servicios básicos no solo implica problemas de salud, sino que limita las oportunidades de desarrollo personal y social para estos sectores.
En este contexto, el hacinamiento y la falta de acceso a servicios básicos agravan las condiciones de vida, afectando no solo la salud, sino también la educación y el bienestar general de las personas. Las dificultades para acceder a una vivienda digna representan uno de los mayores desafíos en términos de derechos humanos y políticas públicas en el país.