Mariano de los Heros, el ahora ex director de la Anses (Administración Nacional de Seguridad Social), se refirió a las reformas previsionales de La Libertad Avanza (LLA), que apuntan a reducir el gasto del Estado, sumando más años de aportes con el aumento de la edad jubilatoria, es decir, más sacrificio de la gente.
Fueron declaraciones inoportunas para un año electoral y el presidente Javier Milei lo echó, argumentando que primero había que tratar la reforma laboral.
Según el Ministerio de Capital Humano, hasta el mes de agosto de 2024, último informe disponible, había 12.98 millones de trabajadores aportantes para satisfacer a 6.73 millones de jubilados.
Un desastre financiero, por años de economía populista que multiplicó el trabajo en negro, aunque después de catorce meses el actual presidente nada hizo para revertir este drama. Inclusive en 2024 hay 30.000 trabajadores aportantes menos y 290.000 jubilados más que en 2023, según el mismo informe.
Mientras tanto, Luis Caputo (ministro de Economía), para mejorar sus números, en lugar de incentivar la producción hizo la más fácil, licuó el valor de nuestras jubilaciones junto a otros recortes. Aumentó hasta febrero las mínimas un 113,5% (Anses) con una inflación de 234% desde octubre de 2023, mes inicial que tomó para sus ajustes hasta diciembre de 2024 (Indec).
Y mantuvo el bono de $ 70.000 que vale la mitad de un año atrás.
Hoy asistimos a una política en silencio ocupada de mantener sus bancas en las próximas elecciones, sin importarle que los jubilados somos los eternos patos de la boda. Mientras el mensaje de LLA es que "un jubilado más pobre es un buen negocio", porque el Estado gasta menos.
Así que solo nos queda resistir y mantener el ánimo firme, hasta el luminoso día en que alguien honesto restaure la dignidad de los viejos argentinos.
Hable menos y escuche más
Me pregunto y traslado la pregunta a todos, cómo sería nuestro país, si la justicia hubiera actuado sin la histórica demora que afecta sus sentencias. En especial las que tienen que ver con la actuación pública de nuestros gobernantes.
Creo que el ciudadano común confiaría mucho más en la eficacia de las leyes y las instituciones de la República. San Agustín, el brillante teólogo cristiano tenía razón al afirmar que los imperios sin la justicia son solo grandes sociedades de bandidos.
Así nos pasó. Negociados y corruptelas junto a la anomia judicial convencieron a millones de argentinos que un tal Javier Milei, con una "motosierra", limpiaría la basura acumulada mucho mejor que la justiciera imagen de la espada y la balanza.
Sin embargo la temible taladora, una metáfora ingeniosa para su campaña política, hoy es solo una gran tijera de gastos previsionales, educativos y obras públicas que afectan a los más humildes de nuestra sociedad.
Finalizaron las ferias y bien harían los jueces reiniciar la actividad concretando los juicios pendientes. Tenemos de sobra gente capaz y honesta en sus filas.
En cuanto al presidente, tan pendiente de una economía que parece excluirlo de otras realidades, que se dedique a trabajar por el bienestar de la gente como se lo exige la constitución, que hable menos y escuche más. Y en lo que le compete con la justicia argentina, sepa tomar sabias decisiones, en especial con la Suprema Corte. Bien sabe que donde no hay justicia es imposible que haya libertad.