Fue la rebelión popular en protesta por el cierre del Ingenio ARNO duramente reprimida por la policía y marcó el inicio del fin de la dictadura militar de Onganía.
EL OCAMPAZO Del libro PERSONAJES DE MI PUEBLO de Raúl Enrique Dubouloy Relato de ROMILDO CABALLERO miembro del Sindicato Azucarero de la época “En 1968 comenzaron a agravarse los problemas sociales en nuestra ciudad, pero el problema comenzó en enero de ese año porque hacía seis meses que no cobrábamos nuestros sueldos. Los dueños del Ingenio eran unos empresarios Judíos: los apellidos que me acuerdo eran COLOMBO BERRA, LULHITTER, entre otros; estos se fueron a Buenos Aires y nos dejaron abandonados y no daban señales de vida. Teníamos un buen sindicato cuyo secretario general era don JUAN FIGUEROA -el padre de RAÚL-, que trabaja en la Municipalidad. También estaban FIDEL “CHICHITO” RUIZ DÍAZ, INSAURRALDE, entre otros, un buen plantel de dirigentes que viajaban permanentemente a Buenos Aires y allí tomaron contacto con ese gran dirigente gráfico que fue RAIMUNDO ONGARO y lo trajeron a Villa Ocampo. Eran tiempos de dictadura militar y JUAN CARLOS ONGANÍA ERA EL PRESIDENTE DE FACTO y en la provincia gobernaba el marino ELADIO VÁZQUEZ y el intendente era el señor EUSTAQUIO ZAMBRANA. El 10 de abril de 1969 hicimos una multitudinaria asamblea en el Sindicato con la presencia de ONGARO y la ciudad estaba llena de policías. Algunos de civil estaban mezclados entre nosotros porque querían saber quién era Ongaro. Uno se me acerca y me dice: -Decime quién es Ongaro que aquí no nos ve nadie. -Dame la birome que te muestro le dije y se la rompí (risas). Se enojó, los compañeros se dieron cuenta de que era policía y lo sacaron a empujones y patadas afuera. Yo me vine para la iglesia, hablé con el padre RAFAEL YACUZZI y le conté que en la cabeza de la manifestación iba a llevar la Bandera Argentina que me había prestado la señora “MECHA” PIVIDORI, docente. Ya estábamos todos avisados que al otro día cuando sonaba la campana teníamos que concurrir urgente al frente de la iglesia. Así ocurrió. A eso de las 10 de la mañana del 11 de abril la mayoría de la gente de Ocampo estuvo allí. Era algo impresionante. Cuando se puso en marcha la manifestación, la policía hizo el primer intento de atajar a la gente. Simultáneamente el Sindicato estaba rodeado por la policía y todos los miembros de la Comisión, Ongaro y sus dos guardaespaldas también adentro. A pesar de los distintos cordones policiales que intentaban detenernos, nos dirigimos y llegamos al Sindicato y yo al frente con la Bandera Argentina. Cantamos el Himno Nacional y a los gritos obligábamos a que se cuadren y hagan el saludo militar que nos permitía así avanzar. Llegamos al Sindicato, abrimos la puerta y lo cubrí a Ongaro con la bandera. “¡A LA RUTA!” gritó Ongaro y se inició la marcha. En la Escuela 6110 nos esperaba un grupo de agricultores con tractores y camionetas y en la iglesia replicaban las campanas… Seguimos hasta el Colegio Virgen Niña y doblamos hacia la Victoria y era impresionante la cantidad de policías que había allí. Aunque estaban con armas largas los atropellamos y rompimos el cordón. El hambre nos daba el coraje porque pensábamos en nuestros hijos. Con mucha dificultad llegamos a la altura de la vía del Ferrocarril Belgrano, muy cerquita de la Ruta Nacional Nº 11. A la cabeza estaban RAIMUNDO, sus dos guardaespaldas, yo con la bandera, a mi lado CABRAL, el Paraguayo QUIÑONES y ALDO PEVERINI a unos metros en una estanciera tenía el equipo de sonido y arengaba a la gente. Y ocurrió un hecho que recuerdo muy bien: se acerca la señora COCA F. y le dice a Ongaro:―¡Usted no es peronista!―No, señora, pero parece que usted sabe más de mi vida que yo, pero le voy a decir algo: los radicales asesinaron a toda mi familia; quemaron el rancho donde vivían… Porque, aunque te parezca imposible, había gente que le molestó lo que hicimos… y claro, siempre hay gente que tiene y se olvida de los que no tenemos nada y en ese momento hacía un año que no cobrábamos. Un policía de apellido Fratini se paseaba con la pistola 45 amartillada y apuntando hacia abajo preguntando quién era Ongaro. Uno de los guardaespaldas escucha y me pide que me corra un poco. Raimundo tenía puesta una camperita liviana y estaba con las manos en los bolsillos de la campera, y le dice: -Yo soy Ongaro, señor. El policía hace el ademán para tomarlo del cuello y recibió una trompada en el medio de la frente que lo levantó del suelo. Las chicas de Villa Ana, que también habían venido en nuestro apoyo, comenzaron a tirarle piedras y lo lastimaron bastante y tuvo que salir disparando. Lamentablemente nuestro intendente se puso del lado de los del gobierno y así se inició una tremenda represión. Comenzaron a disparar con todo tipo de armas sobre nuestras cabezas; mi bandera tenía varios agujeros de bala y también nos tiraban gases lacrimógenos. Un policía de apellido Pereyra me pegó un par de cachiporrazos, lo enfrenté y lo tumbé con el mástil de mi bandera y lo pisoteé; unos compañeros míos vivieron en mi ayuda y lo tiraron en el barro a mi atacante. Nos replegamos y regresamos a la parroquia, donde de vuelta se produjo una violenta represión policial con palos, tiros y gases y simultáneamente un grupo de compañeros entró al Municipio y rompieron vidrios y otros destrozos y comenzaron a “hamacar” el auto del intendente para darlo vuelta e incendiarlo. Llegaron refuerzos policiales de Santa Fe con unas botas altas y ordenaron la detención de todos nosotros. El asunto era cómo hacíamos para que no detuvieran a Ongaro. Allí nos dio una gran mano “Chochito” Marguitic, que audazmente -y como nadie sospecharía que estuviera metido en el movimiento- entró con su automóvil y sacó a Ongaro dentro del baúl y lo trasbordaron a otro auto para seguir hacia Santa Fe, circulando por caminos que evitaban los controles policiales. Al llegar la tardecita se sumó la EPE (Empresa Provincial de la Energía) y sus dirigentes informaron que si la policía no se retiraba de la ciudad cortarían la energía a la noche, y allí aflojaron. Lamentablemente la represión fue salvaje y golpeaban a cualquiera: gente que no tenía nada que ver, a mujeres, niños, atacaban a los indefensos con mucha crueldad. A mí no me pudieron agarrar, pero me persiguieron por más de dos meses. Los que más querían meterme preso eran “Los Pumas” porque a uno de sus integrantes le pegué en la movilización. A los pocos días estaba en la confitería EMILÍ del señor MARAUDE y me avisa: -¡Vení rápido y escóndete aquí adentro que viene la policía a buscarte! Un mozo de apellido Martínez me hizo cruzar hacia lo que hoy es el JOCKEY CLUB y me escapé. Te imaginás lo que hubiera pasado si me agarraban… Después me contaron que cuando quisieron entrar a la confitería, don Maraude se plantó y no los dejó entrar: -¡Aquí entrarán con una orden de allanamiento de un juez o sino retírense! Y se tuvieron que volver. Una noche me encontraba jugando a las bochas en la Pista de VALLEJOS y este me dice:―Allí afuera te buscan unos señores, están en un autazo tipo limusina. Venían de Rosario y eran dirigentes del Partido Comunista porque creían que yo era de su partido y querían llevarme a Rosario para presentarme a todos los medios de prensa. Les contesté que lo que hice era por mi pueblo, por mis compañeros de trabajo y por mi familia, pero ir a otro lado no, fue mi respuesta. Y seguí mi vida como siempre. Un tiempo más tarde ocurrió otro gran levantamiento popular en Córdoba que se recuerda como EL CORDOBAZO, que fue el principio del fin de la dictadura militar, pero nosotros hicimos primero” finalizó contando ROMILDO CABALLERO. LA HUELGA DE HAMBRE “Recuerdo que mi papá RAÚL AUGUSTO DUBOULOY trabajaba como tornero en el Ingenio ARNO y era el único sostén familiar. Estuvo 6 meses sin cobrar su sueldo y la pasamos muy mal; pero es digno de recordar el gesto de un empresario -el señor RAÚL YERMANOS- que tenía una panadería ubicada en la esquina de la intersección de las calles Belgrano y 25 de Mayo y era el que suministraba el pan a la Proveeduría Sindical. Durante todos los meses que duró el conflicto nunca dejó de entregar un kilo de pan a cada familia obrera, gesto que nunca voy a olvidar. Un grupo de unos 36 jóvenes que éramos hijos de obreros o miembros de la juventud Católica, fuimos convocados por los párrocos de ese momento -recuerdo a los padres Illi (italiano) y Clavel (francés), hicimos una huelga de hambre que duró 5 días en apoyo a los obreros. Cuando finalizaron los 5 días nos esperaba una sorpresa: Era ya de noche cuando los párrocos abrieron las puertas del templo y lo que nos esperaba fue increíble y emocionante: Miles de personas nos estaban esperando: se hizo un caminito para que pudiéramos circular hasta un escenario montado en la Plaza Belgrano donde nos recibieron con aplausos tan pero tan fuertes, que hasta hoy cierro los ojos y siento ese enorme reconocimiento que nos hizo la comunidad ocampense. Prof. Raúl Enrique Dubouloy
La ciudad dijo BASTA con una movilización histórica de la cual participaron miles de personas.
Gran parte de la historia de “La Forestal” en el norte santafesino, está resumida en el asesinato ocurrido el 3 de marzo de 1940 del máximo caudillo del norte santafesino, Don Rogelio Lamazón.
El diputado Carlos del Frade dio su visión sobre la problemática del narcotráfico y de los temas que hacen a la seguridad.
La calle López y Planes -entre Boulevar Sarmiento y Santa Fe- con este insólito e inaceptable sistema de iluminación.
El periodista afirmó que el Gobierno defiende los intereses de los que más tienen y en el primer año de Milei los trabajadores le transfirieron a los dueños del capital casi 21 billones.